La diversidad de los microorganismos del Ártico es única
La diversidad de los microorganismos marinos del Ártico es "única", según un estudio científico para el que se han analizado 800.000 secuencias genéticas de 92 muestras.
Se trata de la principal conclusión de un trabajo publicado en la revista PNAS, en el que ha participado un consorcio internacional de investigadores de España, Francia, Nueva Zelanda, Estados Unidos, Canadá y Suecia.
Según este trabajo, a pesar de tener en común los cambios extremos en la radiación solar, las bajas temperaturas y la formación de hielo en invierno, los microorganismos marinos del Ártico y de la Antártida presentan profundas diferencias.
Este estudio, que por parte española ha contado con la participación del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), también evidencia el carácter único de las comunidades bacterianas que pueblan el Océano Ártico, no sólo en comparación con la Antártida, sino también con el resto de océanos.
Los científicos han comparado 20 muestras del Océano Antártico con 24 del Ártico recogidas en la superficie y en las profundidades y, además, han incluido 48 muestras adicionales de latitudes más bajas.
Han comparado específicamente muestras de las regiones costeras y de mar abierto, así como muestras recogidas en invierno y en verano.
Los resultados señalan que los microorganismos que viven en las profundidades de los océanos polares comparten en un 40 por ciento similitudes.
Por contra, los que habitan en la superficie son más distintos entre ellos, al compartir tan sólo el 25 por ciento.
Las mayores diferencias entre los microorganismos tienen que ver con el aporte de agua dulce a estos ecosistemas.
Aunque los polos reciben agua procedente del deshielo glacial, el agua dulce que recibe el Ártico llega, sobre todo, de las grandes cuencas continentales de los sistemas fluviales.
Esta circunstancia es probablemente la explicación para las grandes diferencias entre los polos observadas en los microorganismos que viven en las regiones costeras.
"Hemos comparado las comunidades microbianas del Ártico y de la Antártida y hemos visto que son muy diferentes", ha confirmado el investigador del CSIC en el Instituto de Ciencias del Mar Carlos Pedrós-Alió, en una nota de prensa.
Este resultado, ha continuado, indica que las bacterias no tienen tanta capacidad para dispersarse con facilidad de una zona polar a otra como se suponía.
"El aislamiento hace posible la especiación y, como consecuencia, la biogeografía -diversidad biológica-", ha concluido.
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